LA MÍSTICA DEL NUEVO TIEMPO,

Hay que reconocer que éste ya no es tiempo para antiguos devotos de lo contemplativo, aquellos cuyas obras poéticas tenían como eje la nostalgia del Cielo, y la visión de la tierra como un duro y doloroso destierro, Ellos reproducían en sus escritos, sus carencias existenciales o sus amores divinos, en un constante anhelo de paz y sosiego espiritual, que los demás, luego, han intentado interpretar, la mayor parte, desacertadamente, Porque, SENTIR a Dios, no es DEFINIR a Dios: Eso es algo interno que no puede nunca explicarse con palabras, Ni tampoco puede medirse con los versos el sublime Amor sentido entre el Creador y ese trozo Suyo que ha creado, Ni cuantificarse nada de esa vibración particular, por la mayor o menor dulzura, matiz excelso o espiritualidad que se crea percibir en multitud de estrofas, en las que siempre habrá alguien que pretenderá encontrar “el vivo sentimiento que, sublime, las domina”, Cada uno de nosotros tiene su propio termómetro interior y sólo él puede medir la verdadera temperatura del Amor que siente por Aquél al que no ve, pero, presiente, Porque, Dios será para cada cual como cada cual quiera que sea, Como cada cual lo sienta dentro de él, Ya no son las palabras floridas lo que importa, sino la obra hecha con Amor, Los ensueños de ayer, siguen siendo ensueños, pero, esta vez son operantes, corresponden a las realidades de unos hechos, que han sucedido, suceden y sucederán, Lo que siente de Amor el corazón es mucho más encomiable para el Ser Eterno, que comparte y reparte ese don maravilloso, Es por eso que Jesús dijera: “El Padre y yo somos una misma cosa”, ¿Por qué no probar a realizarlo y dejar tanta retórica, tanto tratar de interpretar la “comunicación del aliento divino y celestial”? Ésta ya no es época para exclamaciones, paradojas, vaguedades y misteriosos símbolos de factura carmelita, que ahora sólo quedarían en eso, cuando el orbe entero es una estremecedora “Noche Oscura”, por no ser los hombres de este mundo como Dios quiso que fueran, a su imagen real y semejanza, Son muy pocos los que sienten en su Alma esa “llama de amor viva”, ese “cántico espiritual” que, compartido por todos, hubiera eximido a esta última Generación sobre la Tierra de su traumático final, Es necesario que, el que pueda, comprenda, y que los demás, por saberlo, no puedan tener excusa, Así las cosas, y en lo poco que queda, siempre será necesaria, mientras habite el planeta esta humana gente, “la subida del monte del Dolor”, del “Carmelo”, como antaño le llamara el bueno de fray Juan de Santo Matía, Amar a Dios no es sólo rezar, Es ir caminando por la senda de la vida con la cara sonriente, dando gracias al Padre Creador por la maravillosa obra de hacernos sentir y vivir el amor en nosotros, Nosotros, vosotros, todo espíritu que sabe que Dios está en su ser, produce Amor, amor puro, amor que se siente la necesidad de donar a todos: aquí, allá, arriba, abajo, Cada uno, cada día, recorre un camino pequeño; pero, entre todos, forman el gran sendero, esa senda divina que lleva a la gran pradera misteriosa, donde hasta las mismas piedras transpiran ese hermoso sentimiento, El Amor es el pan divino que Dios da para alimentar nuestra Alma; pero, sólo lo encuentra aquél que lo busca, lo desea, lo quiere, Cada uno, allá donde esté, prueba el delicioso manjar y hace crear en los demás el ansia interior de alimentarse, Jesucristo multiplicó los panes para que comieran los hambrientos, y dio de beber a muchos, Todo eso, de algo casi insignificante, Dio símbolo del Amor, alimento y bebida del Espíritu, A todos, porque todos necesitamos comer, Ese pequeño pan milagro, lo realizamos cada uno, cada día, porque, comiendo cada uno, ayuda a comer a todos los demás, El símbolo de Dios en ese pan es que, de Él, solamente, podemos alimentarnos eternamente, PAZ y AMOR, José García Álvarez